Los alumnos con altas capacidades y la familia
La
familia suele detectar bastante pronto cuándo su hijo/a presenta unas
capacidades y habilidades superiores a las que le correspondería por su edad.
Las reacciones de los padres suelen ser diversas: preocupación, orgullo,
presión excesiva sobre el niño, demandas constantes al centro escolar, búsqueda
de información sobre el tema, inquietud, expectativas de triunfo, dudas en
cuanto a las pautas educativas… Es importante que los padres y madres
contrasten desde el principio sus impresiones con el centro escolar y que estén
informados de los diversos procesos de detección, evaluación y disposición de
medidas educativas. Los profesionales educativos y la institución educativa en
su conjunto deberán poner todos los medios a su alcance para asesorar y apoyar
a la familia en el desarrollo armónico de todas las capacidades del niño o la
niña.
En
primer lugar influye la propia percepción que la familia tiene de las altas
capacidades intelectuales y las expectativas que ello le genera. Las
expectativas de la familia deben ser realistas y basadas en un conocimiento
preciso y objetivo de las características y peculiaridades de su hijo o hija,
de sus potencialidades y limitaciones, de sus gustos e intereses, etc.
Los
recursos con que cuenta la familia, los criterios y pautas educativas que
aplican en la educación de sus hijos e hijas, los hábitos sociales y culturales
que poseen o los contextos de relación que establecen, son aspectos influyentes
en el desarrollo de un niño o niña con altas capacidades intelectuales.
Entre
los objetivos de la intervención familiar podemos destacar:
-
Potenciar
los intereses personales del niño/a sin perder de vista el desarrollo
equilibrado de todas las capacidades.
-
Fomentar
su participación en actividades diversas (educativas, deportivas, lúdicas…) sin
agobiarle de forma que apenas tenga tiempo libre.
-
Adecuar
el nivel de exigencia familiar a las posibilidades del niño/a.
- Fomentar
su autonomía intelectual, tratando de que poco a poco sea capaz de saber a
dónde acudir para satisfacer su curiosidad e interés.
Fomentar su autoestima, sin embargo hay que evitar
que se considere "raro/a"
- Educar en el respeto
hacia los demás. En determinadas situaciones estos niños y niñas pueden
desarrollar sentimientos de superioridad respecto a sus iguales. Por
ello, desde la familia se deben trabajar aspectos básicos como:
Responsabilidad, tolerancia y el respeto hacia los demás, Desarrollo de
habilidades sociales para unas relaciones personales adecuadas, Integración
social, Aceptación de otras personas.
- Ayudarle
a lograr una imagen positiva de sí mismo y fomentar un buen nivel de relaciones
con iguales (que se relacione con niños de su edad y tenga amigos/as.).
-
Tener
presente que sobre todo son niños con necesidades propias de su edad, aunque en
algunos aspectos muestren capacidades de personas adultas.
-
Potenciar
y estrechar las relaciones con el centro educativo donde se encuentre el alumno
escolarizado. Favoreciendo la integración de su hijo/a en el grupo de compañeros /as para evitar el rechazo. De la misma manera es
de vital importancia buscar la coherencia entre pautas educativas familiares y
escolares, evitando desacuerdos en los criterios que se aplican en uno y otro
contexto a través de un continuo contacto con el profesorado.
Moisés Vivas